¿Sabes qué sucede con tu cuerpo cuando te embriagas? Cuando consumimos alcohol, desencadenamos una cadena reacciones bioquímicas en nuestro organismo. El balbuceo al hablar, la pérdida del equilibrio y los ojos enrojecidos, son sólo algunas señales visibles de la embriaguez. Las personas pueden pasar fácilmente de la euforia a la melancolía y posiblemente ni siquiera lo recuerden al otro día.
El alcohol es metabolizado por el hígado después de ser ingerido. Este órgano desintoxica y elimina el alcohol de la sangre, pero es un proceso lento que lleva su tiempo. Una pequeña cantidad no representará ningún problema: unos 30 ml de alcohol tardan entre sesenta y noventa minutos en ser procesados. Cuando el hígado ya no es capaz de seguir el ritmo de nuestra ingesta, el sistema nervioso central se deprime. La somnolencia y la falta de energía son dos claros indicadores de este proceso; es decir, estas bebiendo demás.
No bebas con el estómago vacío
Se trata de un consejo popularmente conocido y reafirmado por los especialistas. La presencia de comida en el estómago retarda su vaciamiento; lo que significa que mientras mayor cantidad de alimentos consumas antes de ingerir alcohol, menor será la cantidad de etanol absorbido en el intestino. Sin embargo, esto no significa que un atracón evitará una borrachera.
Comer antes de beber provoca que el alcohol tarde más en pasar al torrente sanguíneo, y por ende, irás notándolo en tu cuerpo. Si bebes con el estómago vacío, puede que llegues a la embriaguez sin siquiera darte cuenta.
¿Qué sucede en tu cerebro?
El alcohol aumenta los efectos del transmisor inhibidor GABA en el cerebro, causando movimientos lentos y una manera de hablar poco entendible. Además, ralentiza el procesamiento de información de los ojos, los oídos, la boca y los otros sentidos; e inhibe los procesos de pensamiento, lo que hace más difícil pensar con claridad. Por estos motivos es que no debes beber y conducir. Quizás recuerdes tu nombre, dirección y sepas dónde y con quién estás, pero tus reflejos son más lentos y tu mente tarda más de lo habitual en realizar procesos cognitivos.
El alcohol deprime los centros nerviosos en el hipotálamo que controlan la excitación sexual y el rendimiento. Aunque el impulso sexual puede aumentar, disminuye el rendimiento sexual; si planeas una noche en pareja, no bebas demasiado.
¿Por qué nos sentimos mal después de beber demasiado?
Cuando el hígado metaboliza el alcohol, produce una sustancia similar al vinagre denominada acetaldehído, que tiene efectos tóxicos sobre el hígado, el cerebro y el estómago. De allí, los característicos dolores de cabeza, náuseas, vómitos, ardor de estómago, y ese malestar general. El alcohol también afecta nuestras reservas de calcio, sodio, y potasio, provocándonos sed, calambres musculares, mareos y hasta desmayos.
Para superar la sensación de letargo y cansancio, el cuerpo nos pide hidratos de carbono, por lo que es normal sentir hambre cuando se bebe.
El exceso de alcohol tiene consecuencias graves en nuestro cuerpo. Y no hablamos de una fuerte resaca, sino del envenenamiento que sufren muchas personas. Se trata de un nivel extremo de embriaguez caracterizado por vómitos, respiración muy lenta y falta de respuesta a estímulos externos.
Cuando el cuerpo no puede procesar más alcohol, cae en un estado de coma; si ves a alguien en esta situación, debes llamar a emergencia y evitar que esa persona quede recostada boca arriba. Su vida podría estar en peligro si vomita y no es capaz de girar su cuerpo.
¿Tenías idea de cómo afecta el alcohol al cerebro y el cuerpo? Bebe con moderación, no necesitas emborracharte para divertirte con amigos.