Seguramente, el modo más antiguo de prevención del embarazo es el coitus interruptus. Pero ese procedimiento no es recomendable por ineficaz, tanto por la naturaleza del contacto como por la falta de ganas de interrumpir.
No obstante, es usado audazmente por millones de parejas, especialmente jóvenes. La píldora revolucionó la vida sexual a partir de los años 1950, pero antes, las mujeres recurrían a los métodos más insólitos. Mira estos 5, te sorprenderás...
5. Almizcle
El almizcle es una sustancia oleosa de intenso olor que algunos mamíferos segregan por varias glándulas, entre ellas las sexuales. Tiene un sabor muy desagradable, por lo que sus bolsitas deben quitarse con cuidado de liebres, corderos y otros animales que consumimos.
En cambio, sus propiedades son muy apreciadas en la industria de los cosméticos. Las mujeres de la antigua China se frotaban almizcle en el ombligo como anticonceptivo. No sabemos sí funcionaba; lo que sí parece seguro es que el hombre no estaría muy dispuesto a lamer el vientre de la mujer ni siquiera en medio de la mayor efervescencia.
4. Baba de camello
Las mujeres de los desiertos del Norte de África recogían la baba secretada por los camellos y la mezclaban con pólvora, lo que suponían era un anticonceptivo. Quizá no era efectivo, pero debió ser explosivo.
3. Abejas
Los jerarcas religiosos siempre han sido muy activos en dispensar consejos a sus fieles sobre la práctica sexual y la Iglesia Católica sostiene una posición contraria al uso de anticonceptivos. Sin embargo, San Albero Magno fue un polímata —lo más parecido a un sabio durante la oscurantista Edad Media—, un hombre con opiniones propias.
Descubrió el arsénico (As) a mediados del siglo XIII y tuvo la osadía de argumentar en favor de la redondez de la Tierra. También recomendaba a las mujeres alemanas de su tiempo el consumo de abejas vivas como anticonceptivo. Si el método no evitaba la preñez, al menos debió asegurar unas cuantas picadas.
2. Agua de la herrería
Quizá en algún momento en el que visitaron a sus herreros de confianza para supervisar la fabricación de su armamento personal, Alejandro Magno, Leónidas, Espartaco y Julio César, se sorprendieron de ver a algunas mujeres que merodeaban por los talleres en espera de poder hablar con algún artesano.
Las damas de ese tiempo creían que tomar el agua que se utilizaba en las herrererías para enfriar los metales evitaba el embarazo. Mucho más que anticonceptivo, ese brebaje era esterilizante por su contenido de plomo (Pb).
1. Tripas de animales
Gabriel Falopio, el médico italiano del siglo XVI que describió las trompas uterinas de la mujer, fabricó un condón primitivo con tripa de animal (tal como lo hacían los antiguos egipcios) que se amarraba al pene con un cordel, con el doble objetivo de evitar el embarazo y el contagio de enfermedades venéreas.
Debió ser algo engorroso ese amarre y más de un nudo debe haberse soltado en el momento menos indicado. Pero fue un avance; tuvieron que pasar 300 años para que la vulcanización permitiera fabricar el preservativo plástico.
¿Verdad que algunas de esas «protecciones» son espeluznantes? Sin embargo, no estaban tan atrasados. Hasta 1978, en España se penaba con prisión y multas la difusión de información sobre cualquier método para prevenir el embarazo.