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13 frases que solo entienden los mexicanos.





“¡Ya nos cayó el chahuiztle!” 

El chahuiztle es una plaga que afecta a muchos cultivos de interés alimenticio. Cuando nos cae el chahuiztle queremos decir que nuestros problemas están a punto de empeorar, como quien dice “ya valió madre”. Algunas personas equivocan la frase y suelen decir “¡ya nos cargó el chahuiztle!”; afirmación evidentemente incorrecta, ya que el chahuiztle es un hongo y es bien sabido que los hongos no tienen brazos con los cuales cargarnos. Existen, sin embargo, otros personajes que si nos pueden cargar como el payaso, la tiznada, pifas, el coco y la chingada. 


“¡Le andas dando vuelo a la hilacha!” 

¡Atáscate que hay lodo! Darse vuelo se refiere a esa saludable actitud de seguir hasta que el cuerpo aguante… y un poquito más. La hilacha (literalmente un pedazo de tela cualquiera) representa tu fuente de placer favorita o la que esté más a la mano en el momento que decides darle vuelo. 

“¿Te doy un aventón al metro?” 

Lejos del tono eutanásico que podría tener esta frase si se toma muy literal, lo único que está expresando es nuestro bondadoso deseo de acercarte a tu destino. No hay necesidad de entrar en pánico. 


“Tu cuate el fresa me cae bien gordo”. 

Quiere decir: Ese amigo tuyo es demasiado [cheto, popis, pijo, creído, cuico, pituco o cualquiera de sus equivalentes] y no simpatizo con él en lo absoluto. 

“¡Ya, afloja!” 

El significado de esta frase dependerá del contexto, los interlocutores y el objeto a aflojar. Pedirle a alguien que afloje el varo implica el cobro de alguna deuda; pedirle a un amigo que afloje alguna de sus pertenencias es una solicitud de préstamo; mientras que pedirle a alguien que te gusta que afloje, sin más especificaciones, siempre deberá interpretarse como una invitación a que afloje las nalgas, o sea, a disfrutar de un rato de sano esparcimiento. Ahora que si un desconocido con mala actitud te pide que aflojes… probablemente estás siendo víctima de un asalto. 

“Amárrate esas pinches agujetas que te vas a dar un ranazo”. 

Uno de esos cariñosos consejos que las madres mexicanas suelen dar a todo pulmón, es también una frase inescrutable para todo hispanohablante que no conozca al menos uno de los dos localismos involucrados. Las agujetas son los cordones de los zapatos y un ranazo es el típico madrazo que se meten los niños, por ejemplo, cuando no se amarran las agujetas. 



“Fui a chacharear un rato”. 

Quiere decir que alguien tiene demasiado tiempo libre y no tiene la menor idea de qué hacer con él. Chacharear es una forma de procrastinar que involucra ir a tu centro comercial, tianguis o mercado más cercano sin un objetivo específico y sin la mínima intención de comprar nada. Actividad muy socorrida cuando uno sale de vacaciones. 

“Me quedé echando la hueva todo el día”. 

Otro caso de alguien con demasiado tiempo libre, pero sin la iniciativa de (por lo menos) ir a chacharear. Alguien que admite estar echando la hueva está orgulloso de su condición de huevón y busca ser la envidia de todo aquel que no se pueda dar el mismo gusto. 

“¡Sepa la bola!” 

Frase por demás curiosa que sustituye a un simple no sé, pero que apela a una entidad abstracta (la bola en este caso) que se las sabe de todas todas. La bola de esta frase apela a los levantamientos populares en la época de la Revolución Mexicana, cuando dicha bola se la pasaba armando desmadre aprovechando el clima de inestabilidad social. Yo prefiero pensar en una bola mística omnisciente que alberga en su redondez todas las respuestas de la humanidad. 

“Mi bici no es nueva pero da el gatazo”. 

Uno de los pocos ejemplos en los que el sufijo azo no tiene valor aumentativo ni lleva un madrazo implícito. Dar el gatazo quiere decir guardar las apariencias. Cosas, personas, perros y gatos pueden aparentar ser algo distinto a lo que son y así dar el gatazo. 

“Me hace lo que el viento a Juárez”. 

Esta frase tiene todos los elementos necesarios para convertirse en un clásico: involucra fuerzas de la naturaleza, personajes históricos y aunque todos los mexicanos entienden su significado, nadie sabe a ciencia cierta de dónde viene. Aunque las teorías que justifican por qué a Benito Juárez el viento no le hizo nada, ninguna prevalece sobre las otras. Yo me quedo con la versión de que ni los vientos más huracanados tenían la capacidad de despeinar a Don Benito a consecuencia de algún menjurje que se embarraba en el pelo todas las mañanas. Ese peinadito no era obra de la casualidad, se los aseguro. 

“¡Rífate por la banda!” 

Expresión con connotaciones de juego de azar y fútbol que es muy utilizada entre amigos (la banda) para exigir a alguno de sus miembros que haga un esfuerzo extra (que se rife) en nombre del bien común o del bien del que habla. En este caso rifar cambia su acepción de sortear por la de arriesgarse… arriesgarse a pagarle la cuenta a tus amigos, a pasar por ellos, a acompañar a alguno a una reunión familiar aburridísima, etcétera, etcétera. 

“Ahí nos vidrios” 

O sea que aquí se rompió una taza… y ya saben lo que eso significa. 



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